Día de la Dignidad.



Después de la caída de la dictadura del general Pérez Jiménez, a manos del pueblo (quien verdaderamente fue el protagonista y no los partidos políticos AD y COPEI, como pretendieron venderlo); ese mismo Pueblo Valiente se vio traicionado inmediatamente por quienes asumieron el poder. Esto conllevó a que así como una gota, tras otra gota llena un vaso hasta derramarse, el Pueblo se canso de tanta traición, lo que despertó el Gran Estallido Social de 1989 conocido como El Caracazo; dónde el pueblo consiguió la más dura de las represiones por parte del gobierno de Carlos Andrés Pérez y Acción Democrática; obviamente con el apoyo de COPEI.

Está acción hirió en lo más profundo, tanto al pueblo como a la Fuerza Armada.

El pueblo esperaba el apoyo del ejército.
El ejército no esperaba la orden de masacrar al pueblo.

Con esta herida tan grande y profunda la sociedad se hundía en la gran depresión política, social y económica que solo beneficiaba a los intereses de las potencias económicas del mundo y a los grandes apellidos de la burguesía.

De ahí el accionar de jóvenes militares y de un pueblo que desde las catacumbas se organizaba para sanar las heridas y enrumbar al país para un nuevo y mejor camino.

La madrugada del 4 de febrero de 1992, fue el momento propicio para marcar un nuevo hito en la historia, uno que la dividiría en dos; los jóvenes de la fuerza armada, jóvenes paracaidistas, amanecieron alzados, llenos de la dignidad revolucionaria; enarbolando la bandera libertaria de Miranda, Bolivar, Rodríguez y Zamora.

«Lamentablemente, POR AHORA, no se han logrado los objetivos» dijo uno de esos hombres en televisión. ¿Quien es ese? ¿De dónde salió? Se preguntó la burguesía, mientras que el pueblo de Venezuela vio como la llamara de la esperanza patriota revivía. La esperanza de que aún dentro de las fuerzas armadas habían hombres valientes, dispuestos a dar sus vidas por la seguridad del pueblo. Hombres dispuestos a cambiar la historia. El «POR AHORA» retumbo en los corazones de un pueblo que se abocó a las calles a celebrar que aún había esperanza, a celebrar que existe la DIGNIDAD patriota, Bolivariana y revolucionaria.

Esa mañana del 4 de febrero de 1992, creció la esperanza, la fé y dignidad del hombre y la mujer pobre; y esa misma mañana se dió inicio al terror de los grandes apellidos de la burguesía parasitaria, al ver que no había muerto Bolivar, al ver que aún existían jóvenes militares valientes al servicio de los pobres, humildes y desvalidos; al ver que aún había DIGNIDAD y que la tierra temblaba al sonido de una nueva revolución.



Jonathan Cordero.

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